14.1.10

EL BARRIO DEL ARENAL I

Sevilla se asienta en la vega del Guadalquivir, en una extensa planicie a unos cinco metros sobre el nivel del mar. Hace unos 3000 años, estos terrenos eran playa. El río Guadalquivir ha sido siempre la razón de ser de Sevilla. Río que nace en la sierra de Cazorla, y que desde Sevilla es navegable hasta su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda. Por el río llegaron conquistadores y huyeron vencidos, y también, por llegó el oro, la plata, el tabaco, tomate, patata y otros tantos productos americanos.
Sevilla ha sido una ciudad fuertemente amurallada desde los inicios de su historia. Con el Descubrimiento de América, la ciudad recibió gran cantidad de gente, en busca de la panacea que supuso el Nuevo Mundo. La ciudad tenía el monopolio del comercio con Las Indias y aquí estaba la Casa de la Contratación, fundada por los Reyes Católicos, para controlar todo el tráfico de personas y mercancías, así como la Real Aduana y otras instituciones relacionadas con el comercio y administración de las Indias.
Por tanto, existió una gran población flotante, que tenía que vivir en espera de un embarque y de la descarga en el muelle. Toda esta población se instaló ex­tramuros, o sea, fuera de las murallas de la ciudad (arrabales). De todos los arrabales de Sevilla, el que alcanzó mayor auge fue el Arenal, en los terrenos del puerto histórico sevillano (entre la Torre del Oro y el puente de barcas). Sevilla llegó a ser el puerto más impor­tante de Europa por el comercio de Indias durante el siglo XVI y XVII.
El barrio del Arenal se convirtió en un lugar bullicioso, lleno de todo tipo de gentes, lujoso paseo de la ciudad y, como no, lugar predilecto de la picaresca. Estaba limitado por un lado por la muralla de la ciudad y por el otro el río.
La higiene urbana en los siglos XV y XVI era bastante pre­caria, casi inexistente, y se utilizaban lugares de extramuros para el vertido de basuras. En el Arenal, paseo principal, se encontraba el Monte del Malbaratillo, gran montaña de basuras inmundicias arrojadas por los vecinos desde tiempos remotos conviviendo así las basuras con el naciente urbanismo.
Con el Descubrimiento de América, la ciudad conoce su mayor apogeo y se inician las obras de saneami­ento, embellecimiento y ampliación de la misma. Por consiguiente, se fueron instalando gentes en esta zona y se formaron los barrios de la Cestería y de la Carretería.
Más tarde, se fueron adosando casas a las murallas y sustituyendo las casuchas existentes por construcciones modernas. Con la construcción de una plaza cuadrada de madera por los nobles caballeros maestrantes, pasó a ser parte de la trama urbana, dejando de ser una zona marginal.
En próximos artículos daremos un paseo por sus calles y sus principales monumentos (Torre del Oro, Real Maestranza de Caballería, Hospital de la Santa Caridad, Atarazanas, Postigo del Aceite).

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