22.11.09

LA SEVILLA PREVIA A LA EXPOSICIÓN DEL 29

Como complemento a los tres artículos anteriormente publicados en este mismo blog, a modo de ampliación, publico ahora otros artículos dedicados a recrear la Sevilla del primer tercio del siglo XX y los cambios que tuvieron lugar en la ciudad con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929.
Sevilla inicia el siglo XX con tres palabras por bandera: hambre, ignorancia y muerte. Precarios salarios agrícolas; el ditero prestando sin escrúpulos; la mendicidad callejera; la "reglamentada" prostitución; una salubridad tercermundista en muchos conocidos barrios donde el servicio de agua era deficien­te, los pozos negros abundantes y el alcantarillado rudimenta­rio.
La cultura se nota en sus ocho librerías y por el número de tascas y tabernas que se duplica cumplidamente en los diez primeros años del siglo, pasando de 170 a 380.
Poco a poco la actividad del puerto crece, algunas industrias se instalan en la capital y en su provincia y el suministro de agua mejora algo.
Cuando surge la idea de la Exposición se desata la reforma a fondo de la ciudad: Forestier cambia la cara del Parque de María Luisa, al que los sevillanos miran encandilados. Se aumentan los monumentos conmemorativos: a Bécquer, a La Purísima, a Cristóbal Colón, la fuente a Catalina de Ribera...
Pero los problemas de base seguían: deficiente abastecimiento de agua, mal alcantarillado y peor pavimentación, analfabetismo crónico con una tasa del 49% de las personas adultas.
Las riñas deportivas entre "verderones" y sevillistas era lo más destacado en el deporte. Los toros estaban en auge con figuras como Chicuelo, Belmonte, Joselito o Sánchez Mejías.
En la década de los años 20 baja la tasa de analfabetismo y mortalidad. Los sectores económicos han crecido durante la Dictadura de Primo de Rivera, así como los mercados de ventas de productos. Las empresas de servicios (Sevillana, Catalana de Gas, Obras del Puerto), experimentan adelantos y mejoras. Las comunica­ciones aéreas tampoco van a la zaga. Se inaugura la Corta de Tablada y el puente de hierro, crece el parque automovilísti­co yendo los "locos del volante" a 40 por hora.
La inquietud cultural se nota en las Reales Academias y en el Ateneo, que en 1918 crean el Cortejo de la Ilusión, actual Cabalgata de Reyes. La prensa tiene su presencia: El Correo, El Noticiero Sevillano, El Liberal, La Unión, ABC; revistas como Mediodía, Ultra, Cervantes.
La llamada generación del 27 hace su presentación en el Ateneo; las cofradías van en aumento; la música tiene en esta época un momento álgido. La ópera y la zarzuela logran traer a las figuras señeras del canto.
La ciudad va a cambiar urbanísticamente su faz a pesar de las dificultades halladas. Sevilla encontró en el Certamen un pretexto para salir del quietismo en que vivía.

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