30.9.09

EL ESCUDO DE SEVILLA








El escudo sevillano tiene su origen en la Edad Media, concretamente tras la conquista de San Fer­nando de la ciudad a los musulmanes en el año 1248.
Primitivamente el escudo de Sevilla debió ser el escudo de Castilla y León. Al morir San Fernando en el año 1252, su hijo y sucesor Alfonso X el Sabio hace poner la figura de su padre en el centro del escu­do y posteriormente se le añaden los dos hermanos y santos obispos San Isidoro y San Leandro (vivieron entre el siglo VI y VII). Estos son pues los personajes que componen nuestro escudo: San Fernando al centro, sentado en un trono y con espada y a ambos lados los obispos de época visigoda Isidoro y Leandro, ambos figuras dentro de la cultura de su época, especialmente Isidoro que fue uno de- los personajes más cultos de su tiempo y compendió todo el saber de su momento en su obra «Las Etimologías», verdadera enciclopedia medieval.
Además de estos personajes, el escudo va rodeado de una cinta en la que constan los TÍTULOS honoríficos que la ciudad ha reci­bido.


Estos Títulos son: MUY NOBLE, MUY LEAL, MUY HEROICA, INVICTA y MARIANA.
El Título de MUY NOBLE se lo concedió a la ciudad el rey San Fernando, por haber repoblado la ciudad con caballeros de “lina­je, guerreros y cristianos viejos”.
MUY LEAL le fue otorgado por el rey Juan II al defenderle del bando de su rival el Infante don Enrique.
MUY HEROICA lo recibió la ciudad por el rey Fernando VII, en premio al heroísmo de Sevilla en la Guerra de la Independencia contra los franceses (Sevilla fue por poco tiempo capital de España, por estar Madrid ocupada).
INVICTA es un título concedido por la reina Isabel II en premio a no haberse rendido la ciudad a las tropas de general Espartero, que la asediaron en 1843.
El último título de la ciudad es el de “ciudad de María», o sea, MARIANA, título concedido por el Ayuntamiento a propuesta de la Hermandad de San Bernardo, para recordar que Sevilla siempre se distinguió en la devoción a María, siendo Antonio Filpo Rojas su Hermano Mayor que lo propuso y el Ayuntamiento concedió el 22 de noviembre de 1946.


Además, nuestra ciudad tiene un escudete, el NO8DO, que en otra ocasión glosaremos.


17.9.09

LA CAPILLA DE SAN ONOFRE II

Un retablo importante es el dedicado al titular de la capilla, San Onofre –ermitaño del siglo IV, muy venerado por los cristianos coptos–. El retablo, situado a la derecha del retablo principal, es de estilo barroco. Fue comenzado por Díaz de la Cueva en 1599 y finalizado por Juan Martínez Montañés en 1606.
Preside el retablo la imagen de San Onofre, con su iconografía tradicional de eremita (anciano desnudo que se cubre con sus propios cabellos). Aparece arrodillado, en actitud orante. Es obra del citado Díaz de la Cueva. A sus lados hay pinturas al óleo sobre tabla, obras de Francisco Pacheco que representan a San Francisco, Santo Domingo de Guzmán, San Jerónimo y San Pedro Mártir. En el segundo cuerpo hay una imagen de la Virgen flanqueada por otras pinturas también de Pacheco, representando a Santa Ana, Santa María Magdalena, San Juan Bautista y un arcángel. En el ático aparece la cabeza de un querubín. En las calles laterales están representados San Sebastián y San Roque, que llevan a los pies los retratos de don Pedro de Cárdenas Sote y su hijo y al otro lado su escudo de armas. En el segundo cuerpo de las calles laterales, figuran sobre peanas las esculturas de San José y San An­tonio. Según la profesora Castillo Utrilla, este altar fue usa­do por la hermandad de la Virgen de la Consolación. En la azulejería del altar, encontramos representado el escudo de Armas de la familia Cárdenas Sotes, Patronos que la costea­ron.
Nos quedan dos altares por describir, uno hoy dedicado al Niño Jesús y otro a San Laureano.
El primero fue el destinado a albergar la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, talla de vestir del XVIII, cuyo sitio ocupa hoy la imagen de un Niño Jesús. En el ático la imagen de Dios Padre, que nos bendice con su mano derecha y apoya su mano izquierda en el mundo. En los laterales aparecen San Francisco y el escudo de las Cinco Llagas, propio de los franciscanos, emblema que se repite en la azulejería del frontal del altar.
El segundo retablo a describir es el dedicado al que fue obispo de Sevilla, San Laureano. El retablo es obra de Bernardo Simón de Pineda. En la hornacina central, flanqueada por columnas salomónicas pareadas , aparece la imagen de San Laureano con vestidura de obispo, iconografía que se completa en las calles laterales con relieves que representan escenas de su vida. Remata el retablo un altorrelieve representando a San Juan Evangelista en el momento de escribir el Apocalipsis.